miércoles, 28 de diciembre de 2011

Un extraño desconocido I (1º)

Aun seguía allí tumbado en mi vieja cama ignorando todo lo que pasaba a mi rededor, en realidad lo que hay allí fuera...los puntos suspensivos siempre han sido para mi ese momento de silencio en cuanto pienso dentro de mis pensamientos, una pausa controlada...
Veo el reflejo de la luz del sol que ya aparece tardíamente reflejada en la pared dibujando siluetas sin sentido. Corto con mis manos las las amorfas imágenes y me quedo mirando fijamente.
      -Ya es hora de levantar_ me dije a mi mismo en voz alta con la esperanza de que en mi cerebro lo entienda como una orden de un extraño militar. Me siento en el borde de la cama, busco mi otro calcetín, de estos que se pierden con facilidad entre las sabanas con el más mínimo movimiento como un niño en una nueva ciudad. Es cierto también que durante el sueño las cosas se vuelven violentas, no se realmente que es lo que pasa allí, solo se queda allí, pero en mis sueños todo es muy intenso, agresivo,  extraño, demasiado extraño. Ideas mías, ideas que no pertenecen verdaderamente a mi, porque no las quiero conmigo.


     -¡Por fin! _ Exclamo al encontrar el maldito calcetín cuando estaba a punto de desistir y coger otro en el cajón. Eso es lo que es mi vida, desistir.
     Tenía los pies helados, tan fríos como el de un muerto. Mi sangre circula lentamente en mis extremidades, lo que me hace ser más frío por dentro y por fuera.
     Apunto en el bloc de notas en cima de mi mesita justo al lado la hora que me levanto aproximadamente en cuanto miro fijamente al reloj. Luego hago unas cuentas cuentas matemáticas mentales calculando el tiempo que llevaba despierto desde la última vez que miré el reloj estando tumbado, eso es, así que me desperté, lo coloco entre paréntesis al lado con una raya debajo dejándolo destacado entre todo.

    Finalmente me levanto del todo, arreglo mi cama y camino en dirección a la puerta. Me detengo al coger el mazo y bajo la cabeza, en mi mente viene bombardeos de pensamientos y dijo bajo para mi mismo_ -No, no puedo..._ y sigo adelante. Seguir adelante es curioso, porque es lo que intento hacer y no puedo y en cambio sigo adelante en mi trayectoria ahora y no veo ningún obstáculo. Resulta realmente ridículo a estas horas de la mañana.
Gottfied Franz

    Pongo la mano en la frente ante un leve mareo al llegar a la cocina. La luz directa siempre me ha molestado, su brillo simplemente me echa atrás. Me siento en la silla como si estuviera cansado, cansancio mental en realidad...Agarro con fuerza el borde de la mesa y me impulso a levantarme más una vez.
    En mi cabeza me vienen imágenes de edificios destruyéndose como una cola india de piezas de dominó. Todos quemando uno a uno como si fueran de papel, me resulta muy violento tener eso en mi cabeza tan insistentemente aun que intento pensar en otras cosas. Resulta inútil. Fruncir el ceño y pensar que será algo que vi ayer en la televisión no me consuela.
       Empiezo a preparar mi desayuno y lo dejo casi terminado en la mesa, me voy al baño a preparar una ducha caliente. Durante las duchas sigo el mismo ritual de siempre, desde el momento que entro en el cuarto de baño hasta cuando termino y finalmente salgo de él. No me olvido de ningún rincón de mi cuerpo, eso es realmente muy importante. _-Hoy es un día importante._ digo a mi mismo como si realmente me importase. El momento que verdaderamente puedo pasar conmigo mismo sin tener miedo que me vean desnudo, no físicamente, sino mentalmente...Resulta un soplo de alivio dentro de mi, un alivio fresco y puro. Miro al espejo húmedo buscando no mirarme a los ojos.
        Me visto sin más y dejo todo perfectamente ordenado como estaba antes. Apenas tengo cosas en este piso, lo que hace frío, solitario y lejano, poco familiar. Lo que me describe en realidad.
        Vuelvo a la cocina mirando mi sombra con la intención de imaginar que estoy acompañado. Termino de preparar el desayuno y como mientras miro terminar el amanecer nublado y medio gris, aun que los colores calientes se resisten en aparecer haciendo todo aparentar sobrenatural. Exactamente desde mi sillón estratégicamente colocado delante de la ventada para poder ver todo lo que pasa allí fuera. Siento algo muy extraño dentro de mi, una fuerza que quiere salir a la superficie del todo y explotar como fuegos artificiales de año nuevo. Entonces vuelvo a pensar en mis planes y en mi vida, enseguida todo eso se congela.

      Veo la gente que se levanta pronto salir a la calle, van a sus trabajos, colegios, a donde sea...Y yo seguiré aquí.
      Termino con el ultimo sorbo de café negro e impuro, amargo y caliente. Guardo el bloque de anotaciones en un cajón de la cocina y tiro los trozos de papel sobre la mesa en el cubo de basura, recojo todo como siempre cuidadosamente y lo limpio.
      Siempre he pensado que la perfección no existe, apenas la palabra y su concepto. Pero si ella existiese, la limpieza sería lo más cercano a ella. Me gusta mantenerme pulcro en medio de tanta suciedad, intento limpiar toda esa suciedad... Vuelvo a mi habitación y enciendo mi portátil, espero mientras cuento el tiempo. Abro todos los archivos y perfiles en redes sociales, que de alguna manera es una manzana podrida que tapaba la verdadera putrefacción. Borro todo, cualquier rastro mio que pueda haber, el ordenador vuelve a estar limpio otra vez a excepción de un único documento y al terminar todo lo apago. Cierro los ojos fuertemente, mi vista se pone borrosa, no estaba preparado para un mareo tan fuerte por lo que tambaleo al levantarme mientras me dirijo a la cama...
     Mi boca empieza a secar fuertemente, mi respiración se densifica y cada vez es más difícil coger aire, sentía frío, mucho frío. Así que me siento en el borde de la cama y pongo el tocadiscos, pongo aquella canción que sonaba dentro de mi todo el rato en cuanto mi corazón latía cada vez más fuerte, la única que simplemente no me quemará. Cuando ella llega a la mitad ya no sentía mi cuerpo, no podía moverme, no podía respirar, ni llevar mis manos hacia el cuello con la ilusión de que lo pararía, porque era justamente lo que quería, no moverme y no huir de lo que merecía. Vi que no había retorno en mi decisión, la pude escuchar hasta el final y eso me hizo feliz por última vez.

Michael Hussar


  (continua...)